LA MANO OCULTA TRAS EL ASESINATO DE CARRERO BLANCO

Tras el ingreso de España en la ONU en 1955, el régimen de Franco se convirtió en un controvertido aliado de las potencias occidentales que libraban la Guerra Fría contra la Unión Soviética.

El furibundo anticomunismo de Franco hizo que Estados Unidos, al estallar la contienda contra la URSS, pasase a ver con mejores ojos al régimen que hasta entonces había sido bloqueado internacionalmente bajo la acusación de apoyar al Eje en la Segunda Guerra Mundial.

A pesar de que las relaciones entre EEUU y España mejoraron a partir de entonces, Franco no se sometió siempre a las exigencias norteamericanas. Por ejemplo, el régimen franquista se negó a participar en el embargo a Cuba decretado por el gobierno de los Estados Unidos desde 1960.
En los últimos años del franquismo, una figura destacada que en ocasiones se opuso a las directrices estadounidenses fue Luis Carrero Blanco, nombrado presidente del gobierno en junio de 1973.

Carrero era percibido por los estadounidenses como una amenaza para la llegada de la democracia a España a la muerte de Franco. De hecho, durante la Guerra de Yom Kipur, Carrero no autorizó el uso de las bases de España a los aviones norteamericanos que volaban en apoyo a Israel.

Carrero Blanco fue asesinado el 20 de diciembre de 1973 por la banda terrorista ETA, pero los verdaderos actores ocultos en el magnicio continúan dando de que hablar hoy, 50 años después de los hechos. Para sacar algo en claro, debemos retroceder a los días antes del atentado.
El 19 de diciembre de 1973, un día antes de su asesinato, Carrero Blanco se reunió en su despacho con Henry Kissinger, secretario de Estado de los Estados Unidos. Kissinger le reprochó al presidente español su negativa a facilitar a los aviones estadounidenses operar en España.

Carrero Blanco, lejos de recular, le comunicó a Kissinger el deseo de España de desarrollar armas nucleares con el fin de convertirse en una potencia nuclear, yendo en contra de las imposiciones de Estados Unidos y recurriendo a la tecnología francesa si fuese menester.
El 20 de diciembre de 1973, Carrero Blanco fue asesinado en su coche tras activar los terroristas de ETA las cargas explosivas en el momento en que el vehículo circuló por la ubicación prevista. La explosión acabó en el instante con vida de Carrero.

El atentado se produjo a solo unos metros de la embajada de Estados Unidos en Madrid. Durante semanas, varios etarras anduvieron preparando el atentado cerca de la delegación diplomática norteamericana, lo que posteriormente levantó sospechas de una posible colaboración estadounidense con ETA.
Además, el periodista Ernesto Villar afirma que los terroristas de ETA utilizaron explosivo militar C4, el mismo que los norteamericanos habían utilizado en la guerra de Vietnam y que en España sólo existía en las bases militares estadounidenses.

Aunque no existen pruebas fehacientes de la presunta colaboración de la CIA con ETA en el atentado contra Carrero Blanco, está claro que el almirante era un personaje molesto para Estados Unidos, que aspiraba a que España se convirtiese en una democracia a la muerte del caudillo.
Kissinger diría tiempo después: «La muerte de Carrero Blanco elimina la mitad de la doble sucesión que Franco había organizado para sustituirle. Carrero iba a continuar como jefe de Gobierno, y el príncipe Juan Carlos iba a convertirse en jefe de estado».

La agencia oficial soviética Tass difundió en 1981 que el atentado contra Carrero contó con el beneplácito y la colaboración, directa o indirecta, de los Estados Unidos, ya que el jefe de Gobierno español «se negaba a cumplir ciegamente con las órdenes que le recibía del otro lado del Atlántico».
En el año 2008 salió a la luz una nota de la embajada de los Estados Unidos en Madrid al departamento de Estado del Gobierno de los Estados Unidos en la que se afirma que «el mejor resultado que puede surgir sería que Carrero Blanco desapareciese de escena».

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