APODOS DE LOS REYES DE ESPAÑA
Cada rey de España lleva consigo un apellido: el apodo. Éste define a los monarcas de una pincelada y nos dice mucho de sus personalidades y vidas.
ISABEL I Y FERNANDO V, LOS REYES CATÓLICOS
FELIPE I, EL HERMOSO
Cuando en 1501 Felipe I y su esposa Juana se dirigían por Francia hacia Castilla para jurar como príncipes de Asturias, fueron recibidos en Blois por el rey francés Luis XII. Allí, al ver a Felipe, el monarca galo exclamó: «He aquí un HERMOSO príncipe»
JUANA I, LA LOCA
Su famoso apodo proviene de su supuesta incapacidad mental para gobernar. Aunque es cierto que Juana sufría de algún tipo de trastorno psicológico, la mayoría de los estudiosos coinciden en que éste no la incapacitaba realmente para gobernar, mas su esposo y su hijo lo impidieron.
CARLOS I, EL CÉSAR
El alias de Carlos I de España, V de Alemania, proviene de su condición de Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Así, su sobrenombre, César, es en alusión a los viejos emperadores romanos.
FELIPE II, EL PRUDENTE
El celo obsesivo con el que Felipe II meditaba las circunstancias una y otra vez antes de tomar una decisión le hicieron ganarse el apodo de PRUDENTE. Era una persona seria y reservada, aunque no tanto como la Leyenda Negra nos quiere hacer creer.
FELIPE III, EL PIADOSO
Su apodo viene dado del amparo de la Compañía de Jesús en sus reinos, la expulsión de los moriscos o el aumento de conventos. Su religiosidad era bastante más pronunciada que sus dotes de gobierno, que delegó en manos de validos como el duque de Lerma.
FELIPE IV, EL GRANDE
También conocido como el Rey Planeta, sus sobrenombres tienen relación con los amplios dominios que Felipe IV tenía por todo el orbe.
JUANA I, LA LOCA
Su famoso apodo proviene de su supuesta incapacidad mental para gobernar. Aunque es cierto que Juana sufría de algún tipo de trastorno psicológico, la mayoría de los estudiosos coinciden en que éste no la incapacitaba realmente para gobernar, mas su esposo y su hijo lo impidieron.
CARLOS I, EL CÉSAR
El alias de Carlos I de España, V de Alemania, proviene de su condición de Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Así, su sobrenombre, César, es en alusión a los viejos emperadores romanos.
FELIPE II, EL PRUDENTE
El celo obsesivo con el que Felipe II meditaba las circunstancias una y otra vez antes de tomar una decisión le hicieron ganarse el apodo de PRUDENTE. Era una persona seria y reservada, aunque no tanto como la Leyenda Negra nos quiere hacer creer.
FELIPE III, EL PIADOSO
Su apodo viene dado del amparo de la Compañía de Jesús en sus reinos, la expulsión de los moriscos o el aumento de conventos. Su religiosidad era bastante más pronunciada que sus dotes de gobierno, que delegó en manos de validos como el duque de Lerma.
FELIPE IV, EL GRANDE
También conocido como el Rey Planeta, sus sobrenombres tienen relación con los amplios dominios que Felipe IV tenía por todo el orbe.
CARLOS II, EL HECHIZADO
Su mote hace referencia a las carencias físicas del monarca, como resultado de los sucesivos matrimonios consanguíneos de sus predecesores Habsburgo. Estos problemas de salud fueron atribuidos en su época a posesiones demoníacas o a un HECHIZO.
FELIPE V, EL ANIMOSO
La personalidad depresiva del monarca, primer rey Borbón de España, sólo se ANIMABA con la guerra, de modo que le fue atribuido el apodo de Animoso.
LUIS I EL BIEN AMADO
La prematura muerte de Luis I con 17 años, cuando tan sólo llevaba 7 meses en el trono, produjo una gran tristeza en la Corte. Por ser el hijo perdido, además del primogénito, se le conoció como el Bien Amado.
FERNANDO VI, EL JUSTO
El sobrenombre de Justo se debe, fundamentalmente, al período de paz y neutralidad que caracterizó a su reinado.
CARLOS III, EL POLÍTICO
También conocido como el Mejor Alcalde de Madrid, se ganó su alias por ser el representante del Despotismo Ilustrado en España, así como por sus numerosas reformas internas y modernización urbanística de la capital del Reino.
CARLOS IV, EL CAZADOR
Quizá la característica más destacada de este monarca fue su afición por la caza, pues delegó las funciones de gobierno en manos de Manuel Godoy, de modo que ha pasado a la historia como el cazador.
FERNANDO VII, EL DESEADO
Este monarca encarnó en su apodo el deseo del pueblo español durante la invasión francesa de que regresase el Rey al que consideraban suyo. También fue llamado el Felón por la persecución de las libertades de un pueblo que había luchado por él.
JOSÉ I, EL INTRUSO
El hermano de Napoleón fue visto como un usurpador del trono de España por parte de la mayoría del pueblo español. También se le conoció como Pepe Botella, por su supuesta afición al alcohol, aunque en realidad José Bonaparte era abstemio.
El hermano de Napoleón fue visto como un usurpador del trono de España por parte de la mayoría del pueblo español. También se le conoció como Pepe Botella, por su supuesta afición al alcohol, aunque en realidad José Bonaparte era abstemio.
ISABEL II, LA DE LOS TRISTES DESTINOS
El apodo de esta reina hace referencia a su trágico final: en 1868, una revolución, conocida como La Gloriosa, mandó al exilio a Isabel II. Además, su reinado no fue un camino de rosas, con las guerras carlistas y numerosas revueltas.
El apodo de esta reina hace referencia a su trágico final: en 1868, una revolución, conocida como La Gloriosa, mandó al exilio a Isabel II. Además, su reinado no fue un camino de rosas, con las guerras carlistas y numerosas revueltas.
AMADEO I, EL ELECTO
Tras la caída de Isabel II, se buscó un nuevo monarca no Borbón en Europa. Las Cortes elegieron al italiano Amadeo de Saboya, hijo del rey de Italia Víctor Manuel II, de modo que se le conoce como el electo.
ALFONSO XII, EL PACIFICADOR
Tras el inestable Sexenio Democrático o Revolucionario (1868-1874), Alfonso XII consiguió PACIFICAR el Reino con un sistema de alternancia política entre conservadores y liberales.
ALFONSO XIII, EL AFRICANO
Tras la pérdida de Filipinas, Cuba y Puerto Rico en 1898, España decidió centrarse en su expansión en África, creando un protectorado en Marruecos. Fue esto lo que hizo que Alfonso XIII, rey entonces, pasase a la historia como el africano.
Buenos y malos monarcas, ilustrados y tiranos, leales y traidores. En muchos casos, no estuvieron a la altura de su pueblo. Pero es nuestro pasado, es nuestra historia y, en definitiva, son nuestros reyes.




















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