EL MASÓN QUE SE SUBLEVÓ CONTRA LA REPÚBLICA

En las últimas décadas, nuestros políticos, con la intención de sembrar la cizaña y abrir viejas heridas entre nuestro pueblo, se afanan en presentarnos la historia sin grises. O eres azul, o eres rojo. O ves la realidad con el ojo derecho, o la ves con el izquierdo.

Sin embargo, la historia ha de verse con los dos, de modo que podamos comprender la complejidad de la misma.

Uno de esos casos que podría descolocar a aquellos que, consciente o inconscientemente, se han creído el relato sectario de nuestra clase política sobre nuestra Guerra Civil es el caso del General Miguel Cabanellas.



Cabanellas había combatido en África junto a Franco, Millán Astray o Emilio Mola, entre otros. Tras la campaña africana, fue ascendido a general de división y nombrado en 1924 gobernador militar de Menorca.

Pero Cabanellas no estaba contento con el sistema imperante en España en aquel entonces. Su ideología liberal y republicana le hacían renegar de la dictadura de Miguel Primo de Rivera, quien tras varias desavenencias le depuso en 1926, pasándolo a la reserva.

Tras años de conspiración contra la monarquía junto a Queipo de Llano (quien, por cierto, también participaría posteriormente en el alzamiento de 1936), Cabanellas acogió con esperanza la República en 1931. Dos de sus hijos, de hecho, habían participado en la sublevación de Jaca de 1930 contra el rey Alfonso XIII.

El Gobierno provisional de la República le capitán general de Andalucía, y posteriormente Jefe del ejército en Marruecos y director general de la Guardia Civil. En política, fue diputado por Jaén por el Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux.

Disgustado con el rumbo que había tomado la República y la lamentable violencia política que se vivía en España, toma partido en la sublevación de 1936 contra la República. Sus intenciones no eran distintas que las de otros tantos militares sublevados: restablecer el orden republicano en un régimen que estimaban ingobernable.

Cabanellas se opuso a la designación de Franco como Generalísimo. Su filiación a la masonería y a las ideas liberales llevaron al nuevo caudillo a apartarlo de todo poder. Murió enfermo en Málaga en 1938.

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