LOS VIAJES DE HANS CHRISTIAN ANDERSEN POR ESPAÑA
En 1862, el autor de la Sirenita o el Patito Feo visitó nuestro país. Esperaba encontrarse un país exótico, como muchos aventureros románticos de la época, y quedó maravillado.
Para ese año, Andersen era ya un escritor reconocido en Europa. Había viajado por distintos países, pero España se le resistía.
20 años antes, en 1842, había escrito en una carta: «¡Oh!, quién estuviera en España, es como para ponerse verde de rabia por no poder estar allí!» Al fin lo consiguió, como decimos, en 1862.
Atravesó la frontera entre Francia y España por la Junquera, y comenzaría a escribir las impresiones que le dejaron las ciudades que visitó. Sus comentarios serían recopilados por él mismo en su libro "Viaje por España".
«Daba la impresión de haber feria o de que se celebrase una gran fiesta en el pueblo. Indumentarias pintorescas, hermosos tipos, mujeres que reían y charlaban alegres, hombres con mantas de colores, jinetes sobre mulas y fumando cigarros de papel, de esos que aquí todo el mundo sabe liarse».
BARCELONA
Tras su paso por la Ciudad Condal expresó:
«... me sentía en el París de España: en todo hay aquí un aire con Francia.»
Le pareció majestuosa por sus cafés lujosos y la comida, algo que le extrañó porque, decía, le habían contado que se pasaba hambre.
VALENCIA
«La mayoría eran campesinos, tipos fornidos, con pintorescos atuendos. Llevaban zuragnelles, una especie de pantalones cortos hasta las rodillas desnudas. Valencia, hermosa tierra que me sonó como una melodía de Weber.
«... me sentía en el París de España: en todo hay aquí un aire con Francia.»
Le pareció majestuosa por sus cafés lujosos y la comida, algo que le extrañó porque, decía, le habían contado que se pasaba hambre.
VALENCIA
«La mayoría eran campesinos, tipos fornidos, con pintorescos atuendos. Llevaban zuragnelles, una especie de pantalones cortos hasta las rodillas desnudas. Valencia, hermosa tierra que me sonó como una melodía de Weber.
Todavía existe en la vetusta muralla de piedra, de almenada cresta, el pórtico por el que entró el cadáver a caballo aquella noche de angustia para los sarracenos. Mi pensamiento trascendió del noble caballo del Cid al de don Quijote, ambos igualmente inmortales».
ALICANTE
«El rumor del reflujo del mar fue nuestra música de sobremesa; las estrellas del cielo, la iluminación. Hacía una noche de verano como no la había experimentado nunca. Imágenes evocadoras de mi país desfilaron por mi memoria, recuerdos de noches de verano danesas».
ALICANTE
«El rumor del reflujo del mar fue nuestra música de sobremesa; las estrellas del cielo, la iluminación. Hacía una noche de verano como no la había experimentado nunca. Imágenes evocadoras de mi país desfilaron por mi memoria, recuerdos de noches de verano danesas».
ELCHE
«No hay más que un Elche en España. Ofrece un paraje extraordinario, una naturaleza evocadora de los relatos que solemos leer sobre Tierra Santa».
ORIHUELA
«Mi próxima parada sería en Orihuela, cuya fértil campiña tiene tal fama entre los españoles, que dicen que Llueva o no llueva, trigo en Orihuela. Todo era tan típicamente español como hubiéramos podido desear».
MURCIA
«Murcia es una ciudad de lo más interesante, donde encontramos vestigios árabes, vimos gitanos y también los atuendos más pintorescos de toda España».
CARTAGENA
«El puerto brillaba como un espejo, y el mar, en cuanto abarcaba la vista, en absoluta calma. El vapor Non Plus Ultra esperaba con ondeante bandera; subimos a bordo, y durante varias horas gozamos el panorama de Cartagena y sus montañas peladas como cráteres».
MÁLAGA
«En ninguna otra ciudad española he llegado a sentirme tan dichoso y tan a gusto como en Málaga. No tuve más remedio que bajar a la Alameda y mezclarme con el gentío, para mirar a tanta mujer bonita, con llameantes ojos, como paseaba por allí. Mucho ha sido aquí abolido, y más lo será; pero no los ojos andaluces... ¡Eso sería pecado mortal! Sería como apagar los luceros que en España brillan en el cielo y entre las pestañas de delicados párpados».
SOBRE LOS TOROS
Asistió a una corrida de toros en Málaga, y sobre la fiesta expresó:
«Semejante espectáculo era ya casi imposible de aguantar, el sudor me corría por la punta de los dedos. ¡Es una diversión popular sangrienta y cruel! En esto coincidían muchos españoles».
GRANADA
«La Alhambra es como un antiguo libro de leyendas, lleno de signos de escritura fantásticos, trazados en oro y policromía: cada cámara, cada patio, es una página distinta de la misma historia, en la misma lengua y, sin embargo siempre como un nuevo capítulo.»
CÁDIZ
«Cádiz se extendía ante nosotros, reluciente de blanca, con sus casas de tejados chatos que parecían esculpidas en tiza. Da la impresión de reinar aquí el orden y la limpieza, de ser una ciudad mercantil, donde no hay más romance que el del mar o el de los ojos andaluces...»
«No hay más que un Elche en España. Ofrece un paraje extraordinario, una naturaleza evocadora de los relatos que solemos leer sobre Tierra Santa».
ORIHUELA
«Mi próxima parada sería en Orihuela, cuya fértil campiña tiene tal fama entre los españoles, que dicen que Llueva o no llueva, trigo en Orihuela. Todo era tan típicamente español como hubiéramos podido desear».
MURCIA
«Murcia es una ciudad de lo más interesante, donde encontramos vestigios árabes, vimos gitanos y también los atuendos más pintorescos de toda España».
CARTAGENA
«El puerto brillaba como un espejo, y el mar, en cuanto abarcaba la vista, en absoluta calma. El vapor Non Plus Ultra esperaba con ondeante bandera; subimos a bordo, y durante varias horas gozamos el panorama de Cartagena y sus montañas peladas como cráteres».
MÁLAGA
«En ninguna otra ciudad española he llegado a sentirme tan dichoso y tan a gusto como en Málaga. No tuve más remedio que bajar a la Alameda y mezclarme con el gentío, para mirar a tanta mujer bonita, con llameantes ojos, como paseaba por allí. Mucho ha sido aquí abolido, y más lo será; pero no los ojos andaluces... ¡Eso sería pecado mortal! Sería como apagar los luceros que en España brillan en el cielo y entre las pestañas de delicados párpados».
SOBRE LOS TOROS
Asistió a una corrida de toros en Málaga, y sobre la fiesta expresó:
«Semejante espectáculo era ya casi imposible de aguantar, el sudor me corría por la punta de los dedos. ¡Es una diversión popular sangrienta y cruel! En esto coincidían muchos españoles».
GRANADA
«La Alhambra es como un antiguo libro de leyendas, lleno de signos de escritura fantásticos, trazados en oro y policromía: cada cámara, cada patio, es una página distinta de la misma historia, en la misma lengua y, sin embargo siempre como un nuevo capítulo.»
CÁDIZ
«Cádiz se extendía ante nosotros, reluciente de blanca, con sus casas de tejados chatos que parecían esculpidas en tiza. Da la impresión de reinar aquí el orden y la limpieza, de ser una ciudad mercantil, donde no hay más romance que el del mar o el de los ojos andaluces...»
SEVILLA
«La muchedumbre pasea en coche, a pie y a caballo, van pendientes unos de otros; se distraen mirando los numerosos barcos al otro lado del espolón, procedentes unos del Atlántico, otros del Mediterráneo. Aquí junto al río está la octogonal Torre del Oro, donde, en otros tiempos, los moros almacenaban sus tesoros...».
CÓRDOBA
«Córdoba, la ciudad natal de Séneca, posee un tesoro que no tiene ninguna otra ciudad española: su Mezquita, ahora catedral... Mientras en el coro suenan alabanzas a Jesús y a la Virgen, predican las paredes en signos árabes: Sólo hay un Dios y Mahoma es su profeta».
MADRID
Madrid no le gustó especialmente a Andersen. Aunque disfrutó de la ópera y del Museo del Prado, se mostró decepcionado con lo que se encontró. Sobre ello escribió:
¡Capital de España ¡ay, no,
qué ajada te me muestras!
De lo que te hacía española,
¡qué poco conservas!
Te pareces a Viena o a París,
no eres más España;
Gris, húmeda, enlodada y cruel,
así eres tú.
¡capital desierta!
de española ¿qué te queda, di?
TOLEDO
«Toledo, es pintoresca cual gigantesca ruina coronada por el Alcázar. Se deja de mala gana. Es triste marcharse pensando que jamás se va a regresar al lugar que de un extraño modo despertó nuestra simpatía ¿Acaso volveré a España?»
BURGOS
«La nieve caía formando pequeños montículos. Aquí veíase un viñedo, allá un pino solitario; pensaba sin duda como yo: "¿Estoy realmente en España, en un país cálido?"»
VITORIA
«Se nota que aquí en Vitoria está uno entre los descendientes de las primitivas tribus del país, los fornidos íberos, en su lengua vasca: escauldunac.»
SAN SEBASTIÁN
«San Sebastián está pintorescamente situado en una caleta del golfo de Vizcaya; las rocas que la rodean se alzan en pico desde el fondo de sus aguas verdes y profundas».
«La muchedumbre pasea en coche, a pie y a caballo, van pendientes unos de otros; se distraen mirando los numerosos barcos al otro lado del espolón, procedentes unos del Atlántico, otros del Mediterráneo. Aquí junto al río está la octogonal Torre del Oro, donde, en otros tiempos, los moros almacenaban sus tesoros...».
CÓRDOBA
«Córdoba, la ciudad natal de Séneca, posee un tesoro que no tiene ninguna otra ciudad española: su Mezquita, ahora catedral... Mientras en el coro suenan alabanzas a Jesús y a la Virgen, predican las paredes en signos árabes: Sólo hay un Dios y Mahoma es su profeta».
MADRID
Madrid no le gustó especialmente a Andersen. Aunque disfrutó de la ópera y del Museo del Prado, se mostró decepcionado con lo que se encontró. Sobre ello escribió:
¡Capital de España ¡ay, no,
qué ajada te me muestras!
De lo que te hacía española,
¡qué poco conservas!
Te pareces a Viena o a París,
no eres más España;
Gris, húmeda, enlodada y cruel,
así eres tú.
¡capital desierta!
de española ¿qué te queda, di?
TOLEDO
«Toledo, es pintoresca cual gigantesca ruina coronada por el Alcázar. Se deja de mala gana. Es triste marcharse pensando que jamás se va a regresar al lugar que de un extraño modo despertó nuestra simpatía ¿Acaso volveré a España?»
BURGOS
«La nieve caía formando pequeños montículos. Aquí veíase un viñedo, allá un pino solitario; pensaba sin duda como yo: "¿Estoy realmente en España, en un país cálido?"»
VITORIA
«Se nota que aquí en Vitoria está uno entre los descendientes de las primitivas tribus del país, los fornidos íberos, en su lengua vasca: escauldunac.»
SAN SEBASTIÁN
«San Sebastián está pintorescamente situado en una caleta del golfo de Vizcaya; las rocas que la rodean se alzan en pico desde el fondo de sus aguas verdes y profundas».




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