PERDERSE POR LOS CERROS DE ÚBEDA
Muchas devociones, símbolos o expresiones provienen de esos ocho siglos de lucha que moros y cristianos —algunas veces entre correligionarios— protagonizaron en la Península Ibérica.
Una de esas expresiones es la popular «perderse por los cerros de Úbeda», que proviene del siglo XIII.
El objetivo de los cristianos no era otro que reconquistar definitivamente la ciudad y expulsar a los mahometanos que pocos años atrás habían sido derrotados en la Navas de Tolosa (1212).
Pero, poco antes de la batalla, Fernando III se percató de algo sumamente relevante: uno de sus altos mandos, un hombre llamado Alvar Fañez, había desaparecido. Tendrían que tomar la ciudad sin él.
Pese a la ausencia de Fañez, a quien habían tomado por muerto, las tropas cristianas consiguen vencer a los almohades y reconquistar la ciudad.
Pero entonces ocurre algo inesperado: al finalizar la batalla, aparece un hombre que pronto es reconocido por todos: era Alvar Fañez.
Éste excusa su ausencia en la contienda alegando que se había perdido por los cerros de Úbeda, y no había conseguido llegar a tiempo para el choque.
Los soldados restaron veracidad a las palabras de Fañez, al que tomaron por cobarde. Según otra fuente, el alto mando se habría escaqueado de la lucha para verse en una cita con una mujer.
En cualquier caso, la expresión «perderse por los cerros de Úbeda» llegó hasta nuestros días para referirse a aquellas situaciones en las que buscamos rehuir de alguna situación comprometida.
Tal vez como hizo Alvar Fañez aquel año de 1233, en el que los cristianos dieron otro paso más para culminar eso que llamamos Reconquista.
Una de esas expresiones es la popular «perderse por los cerros de Úbeda», que proviene del siglo XIII.
Para conocer el origen de este famoso dicho español debemos remontarnos concretamente a un enfrentamiento que tuvieron en la ciudad de Úbeda (Jaén) las huestes del rey de Castilla y León Fernando III el Santo y los almohades, en 1233.
El objetivo de los cristianos no era otro que reconquistar definitivamente la ciudad y expulsar a los mahometanos que pocos años atrás habían sido derrotados en la Navas de Tolosa (1212).
Pero, poco antes de la batalla, Fernando III se percató de algo sumamente relevante: uno de sus altos mandos, un hombre llamado Alvar Fañez, había desaparecido. Tendrían que tomar la ciudad sin él.
Pese a la ausencia de Fañez, a quien habían tomado por muerto, las tropas cristianas consiguen vencer a los almohades y reconquistar la ciudad.
Éste excusa su ausencia en la contienda alegando que se había perdido por los cerros de Úbeda, y no había conseguido llegar a tiempo para el choque.
Los soldados restaron veracidad a las palabras de Fañez, al que tomaron por cobarde. Según otra fuente, el alto mando se habría escaqueado de la lucha para verse en una cita con una mujer.
En cualquier caso, la expresión «perderse por los cerros de Úbeda» llegó hasta nuestros días para referirse a aquellas situaciones en las que buscamos rehuir de alguna situación comprometida.
Tal vez como hizo Alvar Fañez aquel año de 1233, en el que los cristianos dieron otro paso más para culminar eso que llamamos Reconquista.
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