EL ÁNGEL EXTERMINADOR: EL ABSOLUTISMO CONTRA FERNANDO VII

En 1823, tras la entrada de los Cien Mil Hijos de San Luis en España, Fernando VII restableció el absolutismo. La entrada de las tropas francesas comandadas por el duque de Angulema pusieron fin a tres años de régimen constitucional y restauraron la monarquía neta.

El trienio liberal (1820-1823) estuvo marcado por la presencia de sociedades secretas que conspiraron en la sombra para hacer triunfar sus causas políticas. Algunas, como la masonería y los comuneros, de carácter liberal, buscaron hacerse fuertes en la política española de aquel periodo.

Pero no todas las sociedades secretas surgidas en los tres llamados años eran liberales. Algunos expertos señalan que en aquel tiempo nació una sociedad secreta ultracatólica y ultraabsolutista que sería determinante en acontecimientos de años posteriores: El Ángel Exterminador.

A decir verdad, la existencia del Ángel Exterminador no está demostrada. No existe consenso acerca del inicio de sus actividades, que algunos señalan en el Trienio y otros posteriormente, ni sobre cuáles serían sus cometidos de haber existido realmente.
Sin embargo, se ha relacionado a esta sociedad secreta con los acontecimientos que en 1827 en Cataluña sacudieron la monarquía de Fernando VII y que se conocen como la Guerra de los Agraviados.
Este conflicto habría tenido, según algunos, las motivaciones ideológicas del Ángel Exterminador. Éstas habrían sido deponer a Fernando VII del trono, al que tras la experiencia constitucional consideraban demasiado permisivo con los liberales, y poner en el trono al hermano del rey, Carlos María Isidro, considerado más católico y absolutista.

Ese 1827 parte de Cataluña, comandada y azuzada por los llamados voluntarios realistas, se alzó en armas en favor de la causa ultraabsolutista o apostólica. Guerrilleros como Jep dels Estanys, Caragol o Pixola levantaron partidas en los pueblos en favor de Carlos María Isidro y en contra del absolutismo templado.
Justificaban su causa contra Fernando VII en base a que le creían secuestrado por masones y liberales, por lo que creían conveniente establecer una Junta, con capital en Manresa, para hacer frente a las influencias de Madrid.
Fernando VII, alarmado, envió un ejército comandado por el conde de España para sofocar la rebelión, y el mismo rey se presentó en septiembre en Cataluña junto a su ministro Calomarde para poner fin a la revuelta y escuchar a los rebeldes, que depusieron las armas.
Pese a su fracaso, la guerra de los Agraviados se considera un precedente inmediato de la contienda que habría de librarse en los años próximos y que se extendió durante todo el siglo XIX: la guerra carlista. Pero esa, queridos amigos, es otra historia...

Comentarios

Entradas populares de este blog

EL CONTUBERNIO JUDEO-MASÓNICO COMUNISTA, LA GRAN OBSESIÓN DE FRANCO

EL MAINE: LA GRAN MENTIRA ESTADOUNIDENSE CONTRA ESPAÑA

EL PLAN DE HITLER Y FRANCO PARA RECUPERAR GIBRALTAR