EL CONTUBERNIO JUDEO-MASÓNICO COMUNISTA, LA GRAN OBSESIÓN DE FRANCO

El 1 de octubre de 1975 tiene lugar la última aparición pública de Francisco Franco ante los españoles. Sería en la plaza de Oriente donde el Caudillo dirigiría sus últimas palabras ante cientos de miles de personas, acompañado de su esposa Carmen Polo y de Juan Carlos de Borbón.

La manifestación tuvo lugar como muestra de apoyo al gobierno en plena campaña internacional contra el régimen franquista, en la que numerosos estados (incluso el Vaticano) trataron de intervenir en España para evitar el fusilamiento de tres militantes del FRAP y dos de ETA.

En su discurso, Franco denunció una conspiración contra España, orquestada desde el extranjero por judíos, masones e izquierdistas con la intención de hacer caer al régimen. Sería la última vez que Franco hablase en público del contubernio, pero no fue, ni mucho menos, la primera.
El ideario del franquismo, de inspiración católica y reaccionaria, alimentó desde sus primeros años la conspiración basada en la conjura judeomasónica contra España. Sin embargo, no fue algo que el régimen crease de la nada.

Desde principios del siglo XX, y sobre todo desde el triunfo de la Revolución Bolchevique en Rusia en 1917, el pensamiento derechista español había establecido lazos entre los judíos y el comunismo, acusando a los primeros de fomentar lo segundo.
Esto tendría su justificación en que los judíos, acusados de no tener patria, querrían debilitar a las naciones borrando su identidad y sometiéndolas al internacionalismo marxista, cuyo fundador, Karl Marx, era, por cierto, judío.

No obstante, esta creencia no surgió en España. En países como Francia los pensadores de Acción Francesa relacionaban el judaísmo con la masonería, una sociedad secreta que actuaba en la sombra para expandir el liberalismo y hacer caer a la Iglesia y a la Monarquía.
Tras la publicación en Rusia en 1902 de los Protocolos de los Sabios de Sión, un libelo antijudío que expone los planes del contubernio para someter a las naciones a través de la masonería y fomentar el comunismo, la conspiración se extiende al resto de países europeos.

La publicación en Rusia en 1902 de los Protocolos de los Sabios de Sión, un libelo antijudío que expone los planes del contubernio para someter a las naciones a través de la masonería y fomentar el comunismo, la conspiración se extiende al resto de países europeos.
En España, la teoría se adapta a las circunstancias históricas y políticas del país. Se acusa a los judíos, resentidos tras su expulsión en 1492 por los RRCC, de secundar a la masonería, sociedad secreta sospechosa de fomentar las revoluciones en América que hicieron caer el Imperio.

Pero esta conspiración fue perfilada por Franco hasta el punto de precisar su contenido. El padre del Caudillo, que abandonó a la familia en la niñez de Franco, simpatizaba con las ideas liberales y masónicas, lo que pudo incentivar el resentimiento del joven Franco hacia esos ideales.
Tras su ascenso a la Jefatura del Estado durante la Guerra Civil, Franco, profundamente anticomunista y antimasón, comienza su cruzada particular contra las ideas que considera subversivas. Tras la Segunda Guerra Mundial, expuso ante los españoles la gran trama antiespañola.

El bloqueo internacional al que las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial habían sometido a España se debía a una conspiración contra la nación española, orquestada por el capitalismo judío estadounidense, la masonería y el bolchevismo ruso.
Además, la negativa rotunda del recién creado Estado de Israel a que España ingresase en la ONU fue tomada por Franco como la evidencia definitiva de la trama judeomasónica contra el país. Que EEUU, la URSS y el RU se hubiesen aliado durante la contienda mundial no era casualidad.

En 1952, Franco publica un libro titulado Masonería bajo el seudónimo de Jakim Boor. La publicación es una recopilación de artículos aparecidos en diario falangista Arriba. En esta obra, Franco pretende destapar la hostilidad masónica hacia España y la religión católica.
El nacionalcatolicismo recurriría hasta su desaparición como régimen a la conspiración judeomasónica, aunque a partir del acercamiento a Estados Unidos enfrió su propaganda más foribunda respecto a esta cuestión.

En su testamento, leído en televisión por el presidente del gobierno Arias Navarro, Franco se despide de los españoles dejando una advertencia:
«No olvidéis que los enemigos de España y de la civilización cristiana están alerta. Velad también vosotros y deponed, frente a los supremos intereses de la Patria y del pueblo español, toda mira personal».


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