LA CARTA DEL PADRE DE FRANCO A SU HIJO


El 4 de diciembre de 1892, nació en El Ferrol Francisco Franco. Fue el segundo de cinco hijos de una familia de clase media de oficiales de la armada. De carácter retraído y tímido, el pequeño Franco se crió en un ambiente familiar hostil.

Por un lado, su madre Pilar Bahamonde era católica y tradicional, apegada a las costumbres locales y ocupada de las preocupaciones del hogar y del cuidado de sus cuatro hijos. Por otro, su padre Nicolás Franco, era liberal y simpatizante de la masonería.

Nicolás Franco había estado destinado en Cuba y Filipinas, donde aprendió malos hábitos que le acompañarían durante el resto de su vida. Las mujeres, el alcohol o el juego condenaron a un matrimonio que en poco tiempo devino en fracaso.

En 1907, Nicolás Franco fue destinado a Cádiz y posteriormente a Madrid, donde se amancebó con una joven llamada Agustina, rompiéndose la familia definitivamente. Pilar Bahamonde se refugió en su religiosidad, y el pequeño Francisco Franco, de esta manera, perderá relación alguna con su padre.

En julio de 1936, estalla la Guerra Civil en España. En septiembre de ese año, Franco es nombrado Generalísimo de los sublevados contra la República. Tras la muerte de Sanjurjo el 18 de julio, que debía liderar el alzamiento, Franco aspiraba a hacerse con el mando militar supremo del llamado bando nacional. Y así fue.

En esos días, llega a Franco una carta. La misiva, 10 folios escritos a mano, provenía de alguien familiar: era su padre, aquel que lo había abandonado décadas atrás.
La carta, datada en Ferrol, se dirige al «Excmo. Sr. Don Francisco Franco Baamonde. Comandante Gral. del Ejército Nacional del Sur. Cáceres o donde se halle».
Nicolás Franco le comenta a su hijo, entre otras cosas, lo siguiente:

«Aquí me tienes en Ferrol desde el 7 de julio, incomunicado con el resto del mundo y asqueado por la infección comunista. Cuando me enteré del movimiento y la parte que en él te cayó te consideré como sentenciado a muerte: si pierde y lo cogen porque lo fusilan; si gana y se hace el amo de la Nación porque lo asesinan como a Canalejas, Dato y demás políticos gobernantes. 
Si triunfáis (...), antes de seis meses te verás obligado a dimitir y marcharte para el extranjero. El motivo serán las discordias de los generales y las intrigas que te rodearán por todas partes para dificultar tu labor. 
Parece mentira que se haya podido permitir tranquilamente la propaganda para llegar a tal estado en un periodo de gobierno de dos años de derechas y en un pueblo de vida tan desahogada y donde podemos decir que la mayoría se compone de burgueses y donde apenas hay ricos.
Aquí se mata bastante. Los comunistas siguen tan farrucos y confían en un triunfo que les permita llevar a cabo sus planes y programas de exterminio de todo lo que huela a señorío. 
Por otro lado, los «conspicuos» rebeldes (bando nacional) también están contagiados de la epidemia nacional: la verborrea y las frases cursis. Así no se va a ninguna parte.
En vista de la marcha de la guerra no tengo mucha fé en el éxito de la misma. Lo que debió ser un movimiento salvador rápido degenera en una sangrienta guerra civil de conquista larga, costosa y estremecedora».

Pero la cuestión clave de la carta del padre de Franco es pedir a su hijo ayuda económica, pues, en sus palabras, «No hay quien me dé una peseta. Llevo mes y medio intentado sin éxito que se me abonen las 10.000 pesetas de que dispongo, así como 11.000 en mi cuenta corriente».

Se desconoce si Franco respondió a la carta, pero no debieron de hacerle mucha gracia las peticiones de su padre, el mismo que abandonó a la familia y horrorizaba a sus hijos por sus malos tratos.
En su carta se despide tan distante como había sido su relación con sus hijos desde que empezase su nueva vida lejos de la familia:
«Tu padre, Nicolás».

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