LA MISTERIOSA MUJER DETRÁS DE LAS MAJAS DE GOYA

Francisco de Goya es uno de los pintores más ilustres de nuestra historia. Entre sus obras destacan las pinturas negras, La carga de los mamelucos, El 3 de mayo en Madrid o las Majas. 
Sobre estas últimas, vestida y desnuda, se ha especulado mucho en torno a la identidad de la mujer retratada. Un misterio que Goya se llevó a la tumba.

Algunos apuntan a la Duquesa de Alba, amiga y algunos dicen que amante de Goya, a la que retrató en 1795.
Esta era la hipótesis más extendida, hasta que en 1945 una investigación concluyó, tras exhumar el cuerpo de la aristócrata, que no podía tratarse de ella.

Entonces, la atención fue a parar a otra mujer: Pepita Tudó. Esta andaluza había sido amante de Manuel Godoy, el famoso ministro de Carlos IV, que dirigió los designios de España los primeros años del siglo XIX. 
La relación extramatrimonial del Príncipe de la Paz, que estaba casado con otra mujer, y Pepita Tudó terminó haciéndose oficial en 1829, aunque parece que en 1797 ya se había celebrado una unión secreta a la que asistieron los reyes Carlos IV y María Luisa.

Las sospechas de que la mujer retratada por Goya es Pepita Tudó se originan en que el primer propietario de las Majas, que entonces estaban registradas como "Gitanas", fue Manuel Godoy. Además, el parecido entre la Maja y la Tudó es significativo.

En 1815, tras el regreso de Fernando VII a España tras la Guerra de la Independencia, la obra es requisada por la Inquisición, que la consideraba obscena.
En 1832, Pepita se traslada con su marido a París, regresando a Madrid en 1834 por su cuenta. Falleció en su vivienda en 1869.
En 1872, Pedro de Madrazo, hijo del también pintor José de Madrazo, se limita a decir que el personaje pintado por Goya debió ser una dama importante en la corte de María Luisa. Tanto la Duquesa de Alba como Pepita Tudó lo fueron.

Goya, genio universal. Lástima que su nombre y sus Majas hayan acaparado la atención en las últimas semanas por el vandálico suceso del Prado. 
Pero sirva la barbarie para reivindicar su figura y, de paso, acercarnos a uno de los grandes enigmas de su obra: la identidad de la mujer retratada en las Majas.

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