EL PLAN DE FRANCIA Y ESPAÑA PARA INVADIR PORTUGAL



En 1806, el gran enemigo de la Francia del emperador Napoleón I era el Reino Unido. Ese año, Bonaparte trató, sin éxito, invadir Gran Bretaña, pero fracasó en su intento. Tras ello, optó por descartar la estrategia militar y apostar por la guerra económica.

De este modo, Francia ordenó un Bloqueo Continental que prohibía el comercio con productos británicos en todo el continente europeo. Pero Portugal, histórico aliado del Reino Unido, se opuso al embargo y continuo importando y exportando productos británicos.

Como respuesta, Napoleón planeó la invasión de Portugal, pero necesitaba para ello que España permitiese el paso de tropas francesas por su territorio. De modo que comenzó a negociar las condiciones con Manuel Godoy, valido del rey Carlos IV de España.

El acuerdo entre España y Francia se formalizó en el Tratado de Fontainebleau (1807), en el que se acordó la invasión conjunta de Portugal y su división en tres zonas: el norte para Carlos Luis de Parma, el centro quedaría ocupado por Francia y el sur para Godoy en exclusiva.

A pesar de que los franceses eran aliados y estaban simplemente de paso hacia Portugal, las cosas se torcieron para España. Unos 65.000 franceses entraron en la Península y ocuparon las principales ciudades españolas, lo que empezó a provocar el malestar de la población local.

Godoy, atemorizado por la posibilidad de que los franceses incumpliesen el Tratado e invadiesen España, planeó la huida de la Familia Real a América. Para ello, los reyes y el valido se desplazaron a Aranjuez, con el objetivo de partir hacia Cádiz y de ahí a América.
Sin embargo, el plan de Godoy fue descubierto, estallando, en marzo de 1808, una revuelta popular en Aranjuez contra el valido que terminó con la abdicación de Carlos IV y el ascenso al trono de Fernando, príncipe de Asturias.

Los meses que siguieron al motín de Aranjuez se ganaron un hueco trascendental en la historia de España. El general Murat ocupó Madrid, y Napoleón, percibiendo la crisis interna de la Monarquía Española, convocó a Carlos IV y Fernando VII a viajar a Francia para reunirse con él.

Recordemos que Francia seguía siendo, a priori, aliada de España, por lo que ambos reyes, padre e hijo, se creían respaldados por Napoleón. Sin embargo, en Madrid las cosas estaban cada vez más tensas: el pueblo estaba harto de los franceses.

El 2 de mayo de 1808, buena parte del pueblo madrileño se subleva contra las tropas francesas, a las que ya veían como invasoras y no como aliadas. La salida de la Familia Real rumbo a Bayona y el trato vejatorio de las tropas de Murat desencadenaron el levantamiento.
El 2 de mayo no supone el inicio "oficial" de la Guerra de la Independencia, pero marca un antes y un después en los hechos que vendrán después, y que contaremos en los próximos días.

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