EL ASESINATO QUE DIO COMIENZO A LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

Tras la caída de Alfonso XIII y la proclamación de la Segunda República en 1931, la derecha española pasó a estar representada por pequeñas organizaciones políticas de carácter agrario y monárquico sin demasiada relevancia. El principal partido derechista recién proclamado el régimen republicano fue Acción Popular, organización en la que se agruparon las principales figuras monárquicas alfonsinas y cuyo promotor fue Ángel Herrera Oria, fundador de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas.

Este partido se integra en 1933 en la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), que dirigida por José María Gil Robles se consolidó como el principal partido de masas de derecha opositor a las coaliciones republicano-socialistas.
Gil Robles apostaba por el accidentalismo, es decir, por la defensa de los principios tradicionales de la derecha (religión, propiedad, conservadurismo) pero aceptando el régimen republicano, llegando a aliarse con el Partido Radical de Lerroux para entrar en el gobierno en 1934.
Sin embargo, buena parte de la derecha española no estaba conforme con la aceptación de la Segunda República, de modo que surgieron nuevos partidos derechistas de carácter monárquico que se opusieron de forma más decidida al régimen republicano.

Uno de estas organizaciones fue Renovación Española, un grupo político cercano a la revista Acción Española (una publicación inspirada en la Acción Francesa de Maurras) cuyos principios eran la defensa de la religión católica y de la monarquía como garantes de la continuidad histórica de España.
En Renovación Española, fundada en 1933, destacaron fundamentalmente dos figuras parlamentarias. Por un lado Antonio Goicoechea, fundador del partido, y por otro José Calvo Sotelo, que había sido ministro durante la dictadura de Primo de Rivera y hasta 1934 permaneció exiliado.
Calvo Sotelo, influido por Charles Maurras tras su exilio en Francia, pasó a representar la facción más radical de Renovación Española, apostando por la unificación de todas las fuerzas contrarrevolucionarias para implantar una monarquía autoritaria y corporativista.

De cara a las elecciones de febrero de 1936, Calvo Sotelo, que ya era la figura más carismática de la derecha monárquica, apostó por la formación de un Bloque Nacional que agrupase a carlistas, alfonsinos y falangistas para derrotar al Frente Popular de izquierdas.
Sin embargo, el Bloque Nacional resultó un fracaso, ya que Calvo Sotelo no consiguió el apoyo ni de José Antonio Primo de Rivera ni de Gil Robles, de modo que Falange y CEDA no entraron en la coalición. Renovación Española acabó presentándose integrada en el Frente Nacional Contrarrevolucionario.
A pesar del mal resultado en las elecciones de 1936, que serían tildadas de pucherazo por buena parte de la derecha, Calvo Sotelo se erigió a partir de entonces en el principal enemigo del régimen republicano y de las fuerzas de izquierda en las Cortes.

A principios de julio de 1936, el socialista Ángel Galarza, interrumpiendo una intervención del diputado de Renovación Española, exclamó unas palabras que se convertirían en realidad unos días más tarde: «Contra usted, Calvo Sotelo, encuentro justificado todo, incluso el atentado personal»
El 12 de julio de 1936 es asesinado el teniente de la Guardia de Asalto José del Castillo, miembro de la Unión Militar Republicana Antifascista (UMRA) y simpatizante de los socialistas. El atentado fue atribuido a requetés carlistas, por unos, y a falangistas por otros.
Aunque existen teorías posteriores que afirman que el asesinato de Castillo podría haber sido perpetrado por izquierdistas, no resultan descabelladas las hipótesis que apuntan al Requeté y a Falange, ya que a Castillo se le imputaba el asesinato de tradicionalistas y falangistas.

En represalia al asesinato de Castillo, en la madrugada del 13 de julio un grupo de guardias de asalto y miembros de las milicias socialistas, encabezado por un capitán de la Guardia Civil de paisano, se dirigieron al domicilio de Calvo Sotelo para asesinarlo.
Algunos autores afirman que este grupo de guardias de asalto y socialistas se dirigió en primer lugar al domicilio de Antonio Goicoechea, pero no le encontraron en casa. Después, habrían ido a la casa de Gil Robles, pero el líder de la CEDA se encontraba veraneando en Biarritz.
Tras los dos intentos iniciales frustrados, se decidieron a ir al domicilio de José Calvo Sotelo, en el número 89 de la calle de Velázquez de Madrid, a quien despertaron afirmando que tenían orden de detenerlo y de conducirlo a la Dirección General de Seguridad.

El grupo mete al líder de Renovación Española en una camioneta y, llegando a la altura de la calle Ayala, el socialista Luis Cuenca le dispara dos tiros en la nuca. Calvo Sotelo murió en el acto. A las 4 de la mañana los asesinos abandonan el cuerpo en el Cementerio del Este.
El Gobierno del Frente Popular no actuó contra los responsables del crimen y trató de silenciar el asesinato de Calvo Sotelo, censurando publicaciones y prosiguiendo en la represión de las fuerzas opositoras. El presidente del Gobierno Casares Quiroga dimite, pero Azaña no acepta su dimisión.
El asesinato de Calvo Sotelo aceleró la sublevación militar que llevaba tramándose meses, y convenció a militares dubitativos como Francisco Franco a dar el paso y sumarse al golpe. Además, los hechos precipitaron que los carlistas también se sumasen al alzamiento.

El 17 de julio de 1936 tuvo lugar la sublevación en el protectorado de Marruecos, y entre el 18 y el 20 de julio se extendió de forma escalonada a toda España. El general Sanjurjo, que iba a dirigir la sublevación, dijo sobre Calvo Sotelo:
«Hemos perdido al hombre más preclaro de España»



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