LAS MENTIRAS HISTÓRICAS DEL INDEPENDENTISMO CATALÁN (PARTE I)

Desde que arrancó el 'Procés', y sobre todo desde que en otoño de 2017 se produjese la intentona separatista en Cataluña, han sido muchos los que se han animado a desmentir las falsedades históricas del independentismo. El separatismo catalán se sirve de la historia para tratar de legitimar su proyecto político, manipulando los hechos históricos para construir su relato contra España. Por eso, de vez en cuando, y más viendo cómo están las cosas, conviene acudir a la historia real.

De modo que me he propuesto enumerar en esta publicación algunos de los mitos más extendidos del independentismo catalán, desmontando los embustes y afirmando la españolidad de Cataluña. Si eres un catalán que no reniega de ser también español, esta publicación va dedicada a ti.
El primer mito del nacionalismo catalán al que haré referencia está ligado con el nacimiento de Cataluña. Los separatistas afirman que Cataluña fue, en algún momento de la Edad Media, una comunidad política soberana e independiente de otras monarquías.

Nada más lejos de la realidad. Tras la caída del Reino Visigodo, el imperio carolingio ocupó las actuales comarcas de Gerona y Barcelona, entre otras, para establecer en esa zona una marca defensiva como frontera sur con Al Andalus, a la que se llamó la Marca Hispánica.
El territorio ocupado por los francos para proteger su imperio del avance islámico se organizó en diferentes condados dependientes del rey franco, pero a medida que el poder carolingio se debilitaba, estos condados aumentaron su grado de autonomía.

A finales del siglo IX, el conde de Barcelona Wifredo «el Velloso» aglutinó cinco de los doce condados catalanes y fundó la Casa de Barcelona. A su muerte, legó sus condados a sus hijos, lo que supuso la independencia de facto de los condados catalanes del imperio carolingio.
Sin embargo, que los soberanos de los condados catalanes pasasen a no ser nombrados por el emperador carolingio no convirtió a aquellos territorios en una entidad política unificada ni pasaron a estar desligados totalmente del imperio.
Realmente hubo que esperar hasta finales del siglo X para ver al primer conde de Barcelona que no prestó juramento a la dinastía de los Capetos. Fue Borrell II en el año 987, y aunque desligó sus condados de los francos, se sometió en vasallaje al Califato de Córdoba.

Otro de los mitos más destacados del independentismo catalán tiene que ver con la relación de Cataluña con Aragón. En el siglo XII, la reina de Aragón Petronila I se casó con el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV, pasando los dominios de ambos a conformar la corona de Aragón.
Tanto el reino de Aragón como los condados catalanes quedaron bajo soberanía de un mismo rey cuando el hijo del matrimonio, Alfonso II de Aragón, heredó el trono de la Corona de Aragón y, por tanto, de todos los territorios que la integraban.
A lo largo del siglo XIII se incorporarán a la Corona de Aragón los reinos de Valencia y Mallorca, entre otros, conquistados a los musulmanes por Jaime I el Conquistador.

En 1410, tras la muerte sin descendencia del rey Martín I el Humano, llega al trono castellano un monarca de la dinastía castellana de los Trastámara, Fernando de Antequera, que era nada más y nada menos que el hermano del rey de Castilla Enrique III.
De este modo, los soberanos de la Corona de Aragón pasaron a ser castellanos, pertenecientes a la misma dinastía que reinaba en Castilla. La corona castellana y la aragonesa estaban estrechamente ligadas ya décadas antes del matrimonio de los Reyes Católicos.

~ Continuará. Si este artículo comprendió la historia de Cataluña desde la Marca Hispánica hasta la llegada de los Trastámara a Aragón, próximamente publicaré la segunda parte, que abarcará desde el período de los Reyes Católicos hasta la revuelta de 1640 durante el reinado de Felipe IV. ~

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