CARLISTAS CONTRA CARLISTAS: LOS SUCESOS DE MONTEJURRA

La Ley de Sucesión de 1947 estableció la constitución de España en reino, pero sin rey. Franco seguiría ostentando la Jefatura del Estado hasta su muerte, pero llegado el día debía nombrar un sucesor a título de Rey o Regente.

A mediados de los años 60, la cuestión sucesoria cobró importancia. Franco meditó durante aquellos años quien debía ser la persona que le sucediese como jefe de Estado. La designación de un Rey como heredero supondría el regreso, por tercera vez, de la monarquía a España.
Había varios posibles candidatos, entre los que se encontraban:
Juan de Borbón, Juan Carlos de Borbón y Alfonso de Borbón, por la rama alfonsina.
El archiduque Otto de Habsburgo, que carecía de vínculos con España.
Carlos Hugo de Borbón-Parma, por la rama carlista.

Los carlistas tenían la esperanza de que su dinastía fuese la elegida por Franco para sucederle, ya que creían que el caudillo consideraría la ayuda que los tercios requetés prestaron al bando nacional durante la Guerra Civil Española (1936-1939).
Sin embargo, en 1968 Franco decidió la expulsión de España de toda la familia Borbón-Parma, acusándoles de ser unos extranjeros y de querer interferir en la política española.
En 1969 Franco designó sucesor a Juan Carlos de Borbón, nieto de Alfonso XIII e hijo de Juan de Borbón, pretendiente como Juan III de un trono que le sería negado por el caudillo.

Tras la expulsión de la familia Borbón-Parma y la designación de Juan Carlos como príncipe, las aspiraciones carlistas se vieron frustradas. Ante tales acontecimientos, el hijo del pretendiente carlista Javier de Borbón-Parma, Carlos Hugo, inició un proceso de cambio ideológico.
Para Carlos Hugo, el carlismo, que hasta entonces había representado el tradicionalismo español, debía cambiar su doctrina y evolucionar hacia el socialismo autogestionario y el federalismo, que para él representaba la expresión moderna de la vieja causa foralista.

El príncipe carlista, que desde 1965 se había hecho con el control de la Comunión Tradicionalista, fundó entre 1970 y 1972 el Partido Carlista, que afirmaba ser continuador de la organización histórica del carlismo pero que abrazaba las nuevas ideas progresistas de Carlos Hugo.
Esta transformación ideológica radical, que renegaba del tradicionalismo y se adhería a postulados socialistas y aconfesionales, no fue bien acogida por un sector importante del carlismo, que pasó a considerar a Carlos Hugo un traidor a la causa de Dios, la patria y el rey.

Los opositores al neocarlismo pasaron a agruparse en torno al otro hijo de Javier Borbón-Parma y hermano menor de Carlos Hugo, Sixto Enrique de Borbón-Parma, quien defendía los principios políticos del carlismo basado en la religión católica y el tradicionalismo español.
Tras la abdicación de Javier en 1975 en su hijo Carlos Hugo, los tradicionalistas no reconocieron la legitimidad del Partido Carlista y constituyeron una nueva organización con el nombre de Comunión Tradicionalista, que afirmó ser continuadora de los principios del carlismo.

Al frente de la CT se puso Sixto Enrique de Borbón, que contaba con el apoyo del antiguo delegado nacional de requetés José Arturo Márquez de Prado. El conflicto entre los dos hermanos y entre las dos facciones del carlismo, la tradicionalista y la izquierdista, estaba servido.
Todo estalló en mayo de 1976, durante el viacrucis anual que los carlistas llevaban a cabo en el monte navarro de Montejurra desde 1939, en memoria de los requetés muertos en la Guerra Civil.

El Partido Carlista de Carlos Hugo invitó para la subida a Montejurra a una veintena de partidos y organizaciones políticas izquierdistas y separatistas, entre las que se encontraban el PSOE, el PCE y ETA, apostando, según ellos, por el entendimiento entre fuerzas políticas antifascistas.
La Comunión Tradicionalista de Sixto Enrique, por su parte, había hecho una convocatoria paralela, a la que se unieron los Guerrilleros de Cristo Rey, falangistas y un comando de fascistas italianos y argentinos, todos ellos con la intención de apoyar a la facción reaccionaria del carlismo.
Al encontrarse en la parte baja del monte de Montejurra, se produjo un enfrentamiento entre los seguidores de Sixto y los de Carlos Hugo.
Los primeros gritaban "Viva Cristo Rey", mientras los segundos exclamaban "No pasaréis".

Lo que inició con insultos, desembocó en una pelea con porras y palos, y culminó con un disparo que acabó con la vida del carlohuguista Aniano Jiménez Santos, efectuado supuestamente por el requeté José Luis Marín García-Verde. Los sixtinos negaron la autoría del disparo.
En la cima del monte tendría lugar otro enfrentamiento mortal, en el que el miembro del Movimiento Comunista de España Ricardo García Pellejero sería asesinado por un disparo efectuado, según el historiador González Calleja, por Francisco Carreras García-Mauriño.

Los partidarios de Carlos Hugo siempre defendieron que los sucesos de Montejurra fueron orquestados por los servicios secretos del Estado mediante la llamada Operación Reconquista y que contaron con la aprobación del ministro Fraga y el presidente Arias Navarro.
Por su parte, los sixtinos afirmaron que entre los partidarios de Carlos Hugo había miembros de la organización terrorista ETA, que abrieron fuego contra los tradicionalistas con metralletas. Además, los partidarios de Sixto Enrique negaron la autoría de los disparos mortales.

Ninguna de las dos facciones del carlismo triunfaría. En las elecciones del año siguiente, los carlistas se quedaron fuera de las Cortes por primera vez en un siglo. Dividido y marginado, el carlismo, un movimiento con más de siglo y medio de historia, se agotaba.
Manuel Fraga diría respecto a los Sucesos de Montejurra: "Allí terminó la continuidad de uno de los movimientos legitimistas más interesantes y duraderos de la Europa contemporánea".

Carlos Hugo falleció en agosto de 2010, habiéndose pasado algunos de sus simpatizantes a Izquierda Unida o al separatismo vasco y catalán. Le sucedió como titular dinástico del carlismo su hijo Carlos Javier, a quien actualmente ni el propio Partido Carlista reconoce.
Sixto Enrique, por su parte, aún vive. Este año 2024 cumplirá, Dios mediante, 84 años, y reside en Francia. Sus partidarios representan el ala de orientación tradicionalista del carlismo, y reconocen a Sixto como regente de la Comunión Tradicionalista y Rey legítimo de España.

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