EL AÑO HORRIBLE PARA LA MONARQUÍA ESPAÑOLA
Hay años horribles, y luego está 1568 para la Monarquía Española, considerado el annus horribilis. Reinaba entonces en España Felipe II, quien vivió un año dramático y catastrófico en diversos aspectos, tanto a nivel personal como político y militar.
A nivel personal, el rey prudente sufrió ese año la pérdida de su esposa Isabel de Valois y de su hijo y heredero Carlos de Austria. La reina consorte falleció con tan sólo 23 años, y se dice que fue la única de sus 4 esposas por la cual el monarca derramó lágrimas.
El príncipe de Asturias murió también con 23 años, cautivo por sus constantes arrebatos violentos y su mal comportamiento, síntomas de sus problemas psicológicos. Conspirar contra su padre Felipe II fue la gota que colmó el vaso para que fuese recluido en el castillo de Arévalo, donde falleció.
Además, ese año de 1568 estalló la revuelta morisca en las Alpujarras como respuesta de la población musulmana conversa a la pragmática de 1567 por la cual la Monarquía Española les obligaba a abandonar su lengua y ciertas costumbres. A la Corona le costaría 3 años sofocar la rebelión.
También ese año estalló la revuelta flamenca en los Países Bajos que desencadenó la Guerra de los 80 años entre la Monarquía Habsburgo y los rebeldes protestantes nerlandeses, que finalizó en 1648 con el reconocimiento de la independencia de las siete Provincias Unidas.
Sin duda, 1568 fue un annus horribilis para Felipe II y la Monarquía Española. Dos rebeliones, la flamenca y la morisca, sumado al fallecimiento de su esposa y de su hijo heredero al trono, desencadenaron desestabilización y caos en la España del imperio en el que nunca se ponía el sol.
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