LA DRAMÁTICA MUERTE DE ONÉSIMO REDONDO

Onésimo Redondo Ortega, vallisoletano nacido en el seno de una familia de pequeños propietarios agrarios, fue uno de los precursores del fascismo en España. Miembro de la Asociación Católica de Propagandistas, fundó las JONS junto a Ramiro Ledesma Ramos en 1931. Su historia es la de un hombre hijo de su tiempo, cuya vida y cuya muerte estuvieron fuertemente marcadas por la violencia política que se vivía en España en los años previos a la Guerra Civil y, por supuesto, durante el transcurso de ésta.

Inicialmente vinculado a Acción Católica —pues era Onésimo hombre de sólidas convicciones religiosas—, obtuvo en 1927 una plaza como lector de español en la Universidad de Mannheim, en Alemania, gracias a la mediación de Ángel Herrera Oria, director del periódico El Debate. En aquel entonces el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán estaba experimentando un fuerte crecimiento, lo que influyó en las ideas políticas de Onésimo Redondo, que a su regreso a España buscó crear un movimiento que, con caracteres particulares españoles, emulase a los fascismos europeos. 

Con el objetivo de llevar sus ideas a la práctica, en 1931 fundó las Juntas Castellanas de Actuación Hispánica, el primer partido político de carácter netamente fascista de España. La nueva organización defendía el catolicismo y la creación un estado totalitario nacionalista español.

Las Juntas de Onésimo defendían a su vez el agrarismo y eran furibundamente contrarias al judaísmo, la masonería, el marxismo y el capitalismo, y su órgano de comunicación fue el semanario Libertad. En 1931 se fusionaron con La Conquista del Estado de Ramiro Ledesma Ramos, creando las JONS, que en 1934 se unieron a la Falange Española de José Antonio Primo de Rivera, creando Falange Española de las JONS. 

Sirva lo referido para contextualizar. La vida política de Onésimo Redondo podría ser tratada en una futura publicación, pues el cometido de ésta es hablar de su dramática muerte, que tuvo lugar en los albores de la Guerra Civil Española. El 19 de marzo de 1936, Redondo fue detenido y recluido en la cárcel de Valladolid, desde donde permaneció en contacto epistolar con José Antonio Primo de Rivera, quien también se encontraba preso en Madrid. El 25 de junio, Onésimo es trasladado a la cárcel de Ávila.

Allí permaneció hasta que el 19 de julio, un día después de que tuviese lugar el alzamiento militar contra la Segunda República, fue liberado por los sublevados, pasando el vallisoletano a liderar un grupo armado de falangistas operativo en el Alto del León, en el puerto de Guadarrama. Pero poco duró su actividad al frente de esta milicia, pues el fatal destino del fundador de las JCAH y de las JONS le condujo a la muerte escasos días después. 

El 24 de julio, Onésimo Redondo partió en un coche hacia Labajos, en Segovia, acompañado de su hermano Andrés y otros 3 falangistas. Al llegar a la plaza mayor del pueblo, se encontraron con un camión sobre el cual se hallaban unos 20 hombres armados con pañuelos rojinegros anundados sobre la cabeza. Sobre el camión divisan un banderín con estos mismos colores, y al lado del mismo a un teniente del ejército. Onésimo y sus hombres se acercan, juzgando a quienes ven como camaradas de la Falange, cuyos colores eran el rojo y el negro. 

Andrés Redondo se dirige a ellos al grito de "¡Arriba España, camaradas! Viene con nosotros el jefe provincial de Falange de Valladolid". Mientras decía esto el hermano de Onésimo, los hombres del camión se apean y el teniente, pistola en mano, exclama: "Son fascistas, ¡FUEGO!". Los hombres que habían juzgado como falangistas eran en realidad anarquistas de la FAI, cuyos colores eran los mismos que los de Falange. Una confusión que resultó mortal. Andrés y dos de los acompañantes lograron escapar, pero no así Onésimo y el otro camarada.

Una bala hirió a Redondo en la rodilla, cayendo al suelo. Segundos después, la patrulla agresora disparó de nuevo contra él, abatiéndolo en el suelo y poniendo fin a la vida de aquel hombre al que el franquismo y la historia coronarían tiempo después con el título de caudillo de Castilla.Los nacionalsindicalistas que aquella mañana habían partido hacia Labajos brazo en alto, saludando a Castilla por última vez, creían que el pueblo era zona nacional. Sin embargo, la columna republicana había sido mandada con la intención de coger a los sublevados por la espalda.

No obstante, como tantas veces en la historia, el misterio y la incertidumbre rodea el asesinato de Onésimo Redondo. Existen distintas versiones sobre los hechos, y alguna incluso apunta a que fue ejecutado por falangistas, y no por anarquistas, descartando la equivocación por los colores. Mercedes Sanz Bachiller, la viuda de Onésimo, dio verosimilitud a esta versión, afirmando que Onésimo había tenido encontronazos previos con miembros de la Falange vallisoletana, y que en el momento de su asesinato fue el único que les plantó cara.

Sea como fuere, Onésimo Redondo murió aquel 24 de julio de 1936, abatido por fuego amigo o enemigo, en los albores de una guerra que duraría tres años y que se cobraría la vida de casi 1 millón de españoles. En 1961, con motivo del 25 aniversario de su muerte, se erigió un monumento en su honor en Valladolid, que fue retirado en 2016 en cumplimiento de la Ley de Memoria Democrática. En Labajos aún existe uno, en el que los falangistas realizan anualmente una ofrenda floral. 

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