LA LEYENDA DE LA BANDERA DE LAS CUATRO BARRAS
La historia y la leyenda se unen, una vez más, a la hora de explicar el origen del Señal Real de Aragón, la bandera de cuatro barras que hoy conocemos como Señera y que representa a Cataluña, Valencia, Aragón o Baleares. La primera evidencia documental de este emblema data del siglo XII, tras la unión del Reino de Aragón y de los condados catalanes mediante el matrimonio de Petronila y Ramón Berenguer IV, que supuso el nacimiento de la Corona de Aragón.
Si el emblema de las cuatro barras proviene originariamente de la familia real aragonesa o del conde de Barcelona es un tema debatido, pero, más allá de esta disputa, parece claro que el estandarte comenzó a utilizarse en torno a 1150, momento en el que aparece la heráldica en Europa.
Sin embargo, más allá de lo históricamente documentado, resulta atractiva la leyenda que sitúa el nacimiento de la bandera cuatribarrada en el siglo IX, tiempo en el que el condado de Barcelona se desvincula de la monarquía de los francos.
Cuenta el mito referido que Wifredo el Velloso, conde de Barcelona, resultó herido tras una batalla con los normandos. Convaleciente, recibió la visita del rey de los francos, quien pasó su mano por las heridas del barcelonés, empapando sus dedos en roja sangre.
Inmediatamente después, posó cuatro de los dedos en el escudo dorado del conde, y deslizándolos de arriba a abajo, dibujó cuatro barras rojas sobre el color gualdo diciendo: "Éstas serán vuestras armas, conde."
De este emotivo suceso habría nacido, tomando por verídico el relato, la bandera de las cuatro barras que sería después Señal Real de Aragón y Señera catalana. Sin embargo, la heráldica no surge en el continente europeo hasta el siglo XII, tres siglos después de que muriese Wifredo el Velloso.
Además, esta legendaria historia no figura en ninguna obra hasta el siglo XVI, cuando el historiador valenciano Pere Antoni Beuter la incluyó en 1555 en su Crónica general de España, inspirándose en una crónica castellana de 1492 en la que se contaba el origen del escudo heráldico del linaje castellano de los Córdova, creación de Fernando III de Castilla, quien mojando sus dedos en la sangre de un caballero herido los pasó por un escudo dorado.
Ficción o realidad, catalana o aragonesa, lo cierto es que la leyenda de la bandera de las cuatro barras es otra de esas bellas narraciones sobre el origen de nuestros símbolos patrios, que nos recuerda que héroes y literatos siempre abundaron en esta tierra.
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