LA SANJURJADA

 

El general José Sanjurjo, veterano de la guerra de Cuba y del Rif, director de la Guardia Civil y uno de los militares más prestigiosos y reconocidos de la España de su tiempo, acogió con pragmatismo la proclamación de la Segunda República en abril de 1931.

Había sido soldado del rey Alfonso XIII, a quien había servido con lealtad, pero no se involucró en la defensa de una monarquía cuyo momento había terminado. Sin embargo, pronto cambiaría de parecer respecto al régimen republicano, pasando del accidentalismo a la conspiración.
Y es que Manuel Azaña, jefe del primer gobierno republicano, le relevó como director de la Guardia Civil, pasando Sanjurjo a ser nombrado director de la Guardia de Carabineros, un puesto de importancia menor. Azaña no sentía simpatías por Sanjurjo, y éste pronto comenzó a conspirar.

Pero no fue el único. Existía un gran descontento en la derecha política y militar con las reformas llevadas a cabo por el ejecutivo progresista, tales como el Estatuto catalán o las competentes a cuestiones religiosas, de modo que se comenzó a barajar la opción de dar un golpe de estado contra el gobierno. Uno de los entusiastas de la sublevación fue Sanjurjo, que empezó a mover hilos para acometer la maniobra. 

Ésta contaría con el apoyo de los monárquicos carlistas, enemigos acérrimos de la república, y de los alfonsinos, así como de las JONS de Onésimo Redondo y de militares contrarios al ejecutivo de Azaña, como Barrera, Goded o Varela. 
Además, los conspiradores, encabezados por El aviador monárquico Juan Antonio Ansaldo, buscaron el apoyo de la Italia fascista para llevar a cabo la sublevación. 

La participación de grupos de sensibilidades políticas tan diversas hacía compleja la operación y no dejaba claro el tipo de gobierno que se implantaría de triunfar el golpe de estado.
Algunos apostaban por restaurar la monarquía en la persona de Alfonso XIII; otros, los carlistas, apostaban por Alfonso Carlos, su pretendiente. Otros simplemente aspiraban a expulsar del poder a Azaña, preservando el régimen  republicano. 

En cuanto al golpe en sí, el plan dictaba que comenzase en Sevilla y no en Madrid, emulando la sublevación de Miguel Primo de Rivera en 1930, que tuvo lugar en Barcelona y no en la capital de España. Tras sublevarse Sanjurjo en Sevilla, el golpe habría de ser seguido en el resto del país. 
Éste tuvo lugar el 10 de agosto de 1932 en la capital hispalense, donde Sanjurjo se sublevó, logrando hacerse con el control de la ciudad. Sin embargo, exceptuando Madrid durante algunas horas, el golpe fracasa estrepitosamente. 

Una vez todo estaba perdido, Sanjurjo, junto a su hijo, quien también participó en el pronunciamiento militar, trató de huir a Portugal, pero fue detenido en Ayamonte, en Huelva, y conducido a la prisión de Dueso, en Santoña. Fue expulsado del ejército y condenado a muerte. 
No obstante, la pena capital le fue conmutada por una cadena perpetua que no cumplió, ya que en 1933 le fue concedido un indulto por parte del nuevo gobierno que presidía Lerroux, con quien había mantenido buenas relaciones en los primeros años de la república. 

Sanjurjo aprovechó el indulto para exiliarse en Estoril, en Portugal, sin ningún mando militar. Sin embargo, desde el exilio seguiría siendo considerado por sus partidarios como jefe nominal de todas las conspiraciones derechistas contra la república, incluida la de 1936. 
Sanjurjo iba a ser nombrado cabeza de mando de la rebelión y se postulaba, por sus méritos militares y el prestigio del que gozaba entre los suyos, para ser jefe del gobierno de triunfar el golpe del 18 de julio. Pero la historia estaba destinada a ser muy distinta. 


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